¡POBRE MAMÁ!
VANESA PÉREZ-SAUQUILLO
La reconocida poeta Vanesa Pérez
Sauquillo (Premio Ojo Crítico de Radio Nacional (2012), Premio Arte Joven de la
CAM (2006) entre los últimos) nos introduce en el mundo y la mente de una niña
pequeña.
Su interpretación por el mundo
real, desde su originalidad, delicadeza y creatividad es como un jarro de agua
fresca. El amor que siente hacia su madre, cómo lo vive y disfruta desde su
egocentrismo, nos acerca a esa realidad infantil diaria.
En este gran álbum ilustrado con
fantásticas imágenes a todo color, apaisadas, ocupando el espacio como debe
ser, reflejando a la perfección que la casa la ocupan los niños y sus
“trastos”, nos encontramos un modo de ver la vida y de vivirla. Sólo con la
portada adivinamos ese punto de juego que rodea a los niños, con su capirote en
la cabeza, sus cables enredados y sus pinturas “rupestres”, pero con el
acompañamiento indefinido de su madre en el retrato de la pared. Porque una
niña es una niña, y a esta edad su madre es su mundo. Porque es una oda al amor
de madre y al amor de hija, porque sin las madres las niñas estaríamos
perdidas, sin referentes.
¿Cómo se puede disfrutar más que
desde la inocencia de alguien que sólo quiere disfrutar?¿Cómo se puede vivir
mejor que viviendo?
Lo mejor de este álbum es sin
duda la cara de felicidad de la madre cada vez que contempla a su hija, lejos
de salir despavorida por las circunstancias, lejos de enfadarse y convertir la
historia en un drama, ella disfruta por ver cómo su hija es feliz y como
aprende haciendo.
De todo el álbum se desprende un
toque de humor, jugando entre las palabras y las imágenes, que nos levantan una
sonrisa de oreja a oreja.
Resalta en especial los tonos
rojos, llamativos, de las cintas que se pasean por el álbum en varias
ocasiones. Se trata del cordel de un gato de juguete que la acompaña a todas
partes. Esa pieza móvil, animal y tierna que da muestras de ese ritmo frenético
al que nos vemos sometidos los padres, ese ritmo de niños, de no parar, de
juego, risas, llantos, gritos, carreras, saltos,…
Pero siempre llega el momento
cruel, la realidad más cruda. Llega el momento de volver al trabajo, del cole y
de darse cuenta de que se necesitan. Incluso aquí percibimos el toque travieso
de la niña, llenando la calle con su creatividad y ganas de vivir.
Y, sobre todo, la niña nos
descubre una gran verdad:
¡Pobre mamá! ¡Cuánto se va a
aburrir sin mí!
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