HOLY MOTORS
Leos Carax
Una limusina recorre París. En su interior, el Señor Oscar (Denis Lavant) se prepara para su próximo trabajo, papel o identidad: una anciana mendigando, un modelo de animación virtual, un extraño ser que provoca el caos en un cementerio o un acordeonista, entre otros. ¿Cuál es su motivación o su objetivo? No lo sabemos. La aventura de Oscar, quizá su rutina (¿repite este viaje todos los días?) puede entenderse como un misterio, como un recorrido simbólico o, directamente, como un absurdo. ¿Se trata de una metáfora sobre la interpretación y sobre el cine? ¿Es un comentario sobre la fluidez de las identidades?
En cualquier caso, Holy Motors es una película fascinante, y el primer largometraje de su director, el esteta Leos Carax, en 13 años. En lugar de intentar comprenderla, la película nos invita a navegar por sus continuos cambios, que dan forma a una experiencia fascinante.
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