EL RETRATO DEL SEÑOR W.H.
OSCAR WILDE
Cyril
Graham, un joven erudito y actor aficionado, está convencido de que detrás de
las iniciales "W. H." que figuran en la dedicatoria de los Sonetos de
Shakespeare no se esconde, como la crítica daba por supuesto, William Herbert,
conde de Pembroke, sino un joven actor de la compañía del poeta, y de quien
este al parecer se había enamorado, llamado Willie Hugues. Como prueba de su
teoría, aporta un misterioso retrato del joven Hugues con la mano posada sobre
una edición de los Sonetos; pero pronto se descubre que el cuadro es una falsificación, lo cual le empuja al suicidio.
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