EL CABALLO DORADO
SERGIO RAMÍREZ
Esta historia trata de una princesa de la nobleza rural de los Cárpatos que llevaba una férula ajustada con tornillos de cabeza avellanada y correas de vaqueta en la pierna izquierda. De un peluquero escultor de caballos, de barba frondosa abierta en dos alas, que creía haber inventado el carrusel. De un factor de comercio, también de barba frondosa en dos alas, que se creía hijo del emperador Maximiliano. Y de un cocinero hablantín y marrullero que salvó de morir a un dictador. El peluquero inventor termina sus días envenenado y su cadáver es lanzado al fondo de un río. El factor de comercio termina los suyos frente a un pelotón de fusilamiento. Y el cocinero tiene su fin arrastrado por una embravecida corriente de lluvia, en estado de ebriedad.
Empieza en la aldea de Siret, entonces territorio del Imperio austrohúngaro, y termina en Managua, bajo la ocupación militar de los Estados Unidos, con una conspiración de final inesperado. Y es también, en primer lugar, la historia de un carrusel llegado tras un largo viaje por mar a Nicaragua, y con el que la princesa fue después de pueblo en pueblo, de fiesta patronal en fiesta patronal, los caballos de madera cada vez más venidos a menos al paso del tiempo.
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