PATERSON
Jim Jarmusch
Esta semana introducimos en la biblioteca una de las películas más bellas de los años recientes: se trata de Paterson, nombre con un sentido múltiple, pues se refiere al protagonista de la película, un poeta de lo cotidiano que se gana la vida como conductor de autobús; a la ciudad donde vive, y por la que han pasado varios artistas y escritores; y, por último, a un libro de poesía de William Carlos Williams, uno de los renovadores de la poesía norteamericana, quien la devolvió a un lenguaje sencillo y a una observación de lo cercano.
Paterson es claramente una película de Jim Jarmusch por varias razones. Por un lado está su descubrimiento de lo extraordinario anónimo, especialmente a través de su simpatía por los personajes fieles a un estilo de vida pero sin pretensiones de éxito ni fama. También lo podemos ver en su desarrollo rítmico que sustituye la trama por las repeticiones y la observación prolongada en el tiempo. Por último, es indudable su capacidad para captar detalles que reflejan la personalidad de un individuo o un lugar. Jarmusch, siempre alejado del espectáculo, ha capturado en un estilo personalísimo las calles de Nueva York, París, Roma, Detroit, Madrid o Tánger, y ha vuelto ahora a un entorno completamente americano para imaginar una versión idílica de la sociedad de su país.
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