RETRATO DE MI DOBLE
GEORGI MÁRKOV
Aunque ilegales, las partidas de póquer siguen siendo uno de los entretenimientos preferidos en las madrugadas de la Bulgaria de 1960. El narrador ;un descreído y cínico periodista; ha diseñado junto a su compañero un intrincado sistema para desplumar a sus rivales durante la timba, una estrategia no muy diferente a la de escribir para la prensa deslumbrantes perfiles de los épicos trabajadores socialistas. Ambas son un producto de la hipérbole y la ilusión, un juego de manos sin escrúpulos ni concesiones, con la victoria como objetivo incuestionable. El conflicto entre la libertad individual y la garra de acero del sistema produjo en el bloque soviético una tensión que, en palabras del nobel Czeslaw Milosz, solo era posible sobrellevar mediante el ketman: esa habilidad psicológica para representar con fervor una identidad en público mientras se mantiene otra radicalmente opuesta en privado. Nunca el distanciamiento de Márkov respecto a la corrupción y los absurdo...
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