viernes, 24 de noviembre de 2023

VII EDICIÓN CERTAMEN "CUENTOS PARA CAMBIAR"

DOS CORAZONES VALIENTES

Ganadora: Lucía Galán Ballesteros (pseudónimo Laura Flores)

Hace mucho tiempo, había una casita hecha de piedra alejada de la ciudad, rodeada de montañas y praderas, donde vivía una familia con una hija recién nacida, llamada Dándara.
Ella creció en el campo, junto con su hermano Milton, que nació dos años después. Cada día jugaban a escalar, al escondite, a luchar con palos como si fueran espadas... Todas las tardes los dos hermanos disfrutaban montando a caballo.
A medida que iban creciendo ayudaban a sus padres con los cultivos, a dar de comer a los animales y con la tareas de la casa.
Era una familia muy feliz, hasta que un día, su padre se puso enfermo y debido a la dificultad para llegar a un hospital y la grave enfermedad, falleció, dejando una profunda tristeza. 
Su pérdida afectó mucho a los hijos, pero sobre todo a la madre. Los hijos se escargaron de hacer todo el trabajo mientras intentaban animar a su madre, que poco a poco se fue recuperando.
Pasaron los años, Dándara cumplió catorce años y su hermano doce.
Una noche despesde cenar, la madre (Andrea) reunió a sus hijos para contarles una noticia.
Andrea: -Hijos, como sabéis, estáis aqui porque ha llegado el momento de anunciaros una sorpresa que llevo planeando durante mucho tiempo.-
¿El qué? Preguntaron intrigados los dos a la vez.
Andra: -¡Nos mudamos a la ciudad!-
Preguntó angustiada.
Milton:-¿En serio?-
Exclamó sin palabras.
Andrea: -¡Si! He hablado con mi hermana Amelia que vive allí y dice que nos podemos quedar en su casa hasta que vendamos esta y podamos comprar otra, nos llevará un tiempo poder conseguir otro hogar pero...
Dándara: -¿Mudarnos a la ciudad?¿Vender nuestra casa?¿A qué viene todo esto?- Interrumpió a su madre.
Andrea: - Es una gran oportunidad para vuestro futuro, además, como sabéis estos últimos meses no tenemos una buena cosecha, cada vez hay menos agua potable y es mas difícil alimentar a los animales. Si seguimos así acabaremos en la ruina, por mucho que nos duela dejar la casa, es la mejor opción.-
Dándara:-¡Pero no podemos abandonarla!-
Milton: -Yo tampoco quiero Dándara pero mamá tiene razón, no queda mucha comida ni agua y con la sequía que hay la cosa no va a mejorar.-
Dándara: -Bueno, si no hay otra opción tendremos que acostumbrarnos a la ciudad...
Milton:-¿Cuándo nos mudamos?-
Andrea: -La semana que viene, tenéis unos días para despediros y empaquetar todas vuestras cosas.-
Pasaron cinco días en los que los dos hermanos y la madre se despidieron de su hogar y recogieron todas sus pertencias.
Después de un largo viaje llegaron a la ciudad, donde los hijos conocieron a su tía. Tenía una casa muy grande y amplía con muchas habitaciones. Fue un gran cambio para Dándara y Milton después de vivir en un pequeño pueblo de campo de toda su vida.
En pocas semanas después de instalarse empezaron a ir al colegio, que también era mucho más grande al que ellos iban. El primer día de ella no se dió mal, le enseñaron el colegio, las clases y se presentaron a sus compañeros. Hizo algunos amigos que fueron amables desde el principio con ella. El primer día de su hermano también fue bien, le presentaron el colegio al igual que a su hermana, e hizo varios amigos.
A Dándara le gustaba jugar en los recreos al futbol y a las carreras, mientras que a Milton le gustaba mucho cocinar y saltar a la comba. Aunque no había ninguna chica que jugase con los chicos al futbol y ningún chico que jugase con las chicas a la comba o a la cuerda, los hermanos no le dieron mucha importancia. Dándara preguntó al grupo de chicos que estaba jugando al fútbol que si podía jugar con ellos, con la intención de pasárselo bien; sin embargo, ellos le respondieron que jugase mejor con las chicas a la comba, porque ellos le daban muy fuerte al balón y podría hacerse daño. Disgustada, fue a sentarse a los bancos pensando en lo que le habían dicho no era buena razoón por la que no pudiese jugar con ellos, pero no les dijo nada porque al ser nueva no quería causar problemas.
Milton fue a preguntarle a las chicasque estaban jugando a saltar a la comba que si podía jugar con ellas. Le miraron extrañadas y le dijeron que los chicos no saben saltar a la comba, que se les da mejor jugar a otras cosas como el fútbol. Él se calló y fue a sentarse al lado de su hermana, A los dos les pasaba lo mismo pero al revés, solo porque uno era chico y el otro chica, algo que para ellos no tenía sentido, ya que ellos habian estado jugando a todo tipo de deportes sin importar género.
Milton: -No lo entiendo, ¿por qué los chicos no podemos jugar a la comba?Como si fuese algo malo.-
Dándara: - A mi me pasa lo mismo, solo que prefieren que yo no juegue al fútbol porque a las chicas supuestamente no se da bien, pero no sé por qué me dicen que no si ni siquiera me han visto jugar.-
Milton: -Ya, es injusto.
Dándara: -¡Tengo una idea! Cuando yo quiera jugar al fútbol y tú a la comba yo me hago pasar por ti y tu por mí.-
Milton:-¿Quieres decir que tú vas a hacerte pasar por un chico y yo una chica?Seguro que se darían cuenta.
Dándara: - No si nos disfrazamos bien, yo me puedo poner el pelo recogido con una gorra, pantalones y disimulara la voz, tú te puedes poner una peluca, que seguro que la tía Amelia tiene alguna, te dejo ropa mía fácil de poner y habla con una voz más aguda, no esta difícil.-
Milton: - No se si es una buena idea...
Dándara: -¿Prefieres quedarte sentado aburrido en todos los recreos?-
Milton: -Bueno vale, pero solo un par de días.
Cuando llegaron a acas le pidieron a su tía una peluca, que por suerte si tenía una. Cada uno se probó su disfraz y los dejaron listos para el día siguiente. Llegó la hora del recreo y los dos pusieron los disfraces.
Esta vez Dándara volvió a preguntar al grupo de chicos que si podía jugar con ellos, poniendo una voz en un tono más grave. Ellos le respondieron qeu les enseñara lo que sabía hacer. Le pasaron el balón y ella empezó a hacer trucos con la pelota que practicaba muchas tardes en su antiguo hogar. Lo demás se sorprendieron bastante y le dijeron donde jugaba. Empezó a jugar como uno más y los del equipo se dieron cuenta que era muy bueno. Era el que más corría y el que mejor se manejaba con la pelota.
Por otro lado, Milton disfrazado de chica le preguntó a las niñas de su edad que estaban jugando a distintas cosas con las cuerda. Ellas le contestaron que si había practicado alguna vez, él contestó que sí, que se le daba bastante bien. Empezó a jugar con ellas y fue el que más aguantó saltando, Los dos estaban contentos, podían jugar a lo que les gustaba.
Un par de días después Dándara se fijó en un carte que habían colgado en los pasillos. Este anunciaba que iban a hacer todo tipo de actividades en la escuela, por una parte deportes como fútbol, baloncesto, tenis, atletismo... y por otro lado concursos de pintura, cocina, manualidades, de baile... El problema era que estaba dividido en dos categorías: los deportes eran actividades para los chicos y las que eran habilidades para las chicas. Ella estaba interesafda en apuntarse a fútbol, y su hermano en el concurso de cocina. Dándara tenía la idea de presentarse al concurso disfrazada de chico, al igual que en los recreos, pero Milton le dijo que no deberían porque si les descubren podrían castigarlos.
Dándara: -Seguro que no, si no se han dado cuenta en los recreos aquí tampoco.-
Milton: -Bueno, vale, esperemos que sea asi.-
Entonces, al día siguiente ella se se inscribió al fútbol y su hermano a la cocina. 
Llegó el día de los partidos y las competiciones. Primero, era el turno de Milton. El concurso de cocina consistía en que los jueces te tenían que decir que tipo de postre o de comida tenían que hacer y depende de la originalidad y calidad del plato, los puntuaban. En el caso del hermano y sus contrincantes, tenían que hacer un postre, cada uno podía elegir el tipo y la decoración.
Su hermano tenía bastante práctica en la cocina, ya que siempre ayudaba a su madre en eso, y a él le gustaba. Tenían una hora exacta para elaborar todo. A la hora de empezar estaba muy nervioso, con un poco de miedo a que le descubrieran que era un chico en realidad. Mientras tanto, Dándara estaba practicando con los demás en el campo del colegio. Competían contra otro colegio y sólo quedaban unos minutos para empezar. En cambio, a Milton solo le quedaban cinco minutos para que acabase el tiempo. Le estaba dando los últimos retoques, y desde luego que tenía buena pinta. Al entregar todos los postres, los jueces puntuaron a cada uno. Los ganadores serían nombrados a la hora de entregar todos los premios.
Su hermana empezó a jugar el partido y el equipo contrario empezó ganando, pero luego tomaron la revancha y gracias a ella, que metió tres goles, ganaron, quedando 5-3. Terminó la tarde, y era hora de la entrega de premios. Milton quedó en segundo lugar en el concurso de cocina, y todas las que participaron le felicitaron. Llegó el turno del equipo de Dándara. Le dieron el premio a su equipo y todos felicitaron a Dándara, porque gracias a ella habían ganado. Sin darse cuenta, se le cayó la gorra que llevaba puesta para disimular el pelo largo, y todos se dieron cuenta de que el mejor jugador del equipo era una chica.
Ella explicó el motivo y se dieron cuenta de que tenía razón. A partir de ese momento, todos los chicos y chicas tenían libertad de jugar a lo que más les gustase, sin importar el género.

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